Son las cinco de la tarde. A algunas cuadras de la Plaza del Congreso de la Nación Argentina se escucha bullicio. Un altavoz y reiterados aplausos. El bullicio se hace cada vez más fuerte hasta que, desde la esquina del edificio, se ve la concentración: jóvenes congregados en la plaza cargan pancartas con mensajes contundentes. “No hay planeta B”. “El clima está cambiando porque nosotros no”. “Dicen amar a sus hijos, pero están destruyendo su futuro”. Frente al imponente edificio del Congreso de la Nación, cerca de mil jóvenes provenientes de distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano se han encontrado para hacer un reclamo a las autoridades nacionales: necesitamos acciones concretas y urgentes para frenar el cambio climático. Porque, si no lo hacemos, estamos condenando el futuro del planeta. Estamos condenando su futuro. 

“La convocatoria superó todas nuestras expectativas. Estamos muy emocionados”, dice Bruno Rodríguez, joven de 18 años y activista de la agrupación Jóvenes por el Clima Argentina, que dio impulso a esta movilización. Hoy se han reunido no solo jóvenes de todas las edades, sino también personas adultas, otras agrupaciones, escuelas, universidades, comunidades originarias. El mensaje es unánime: “Nosotros tenemos que liderar esta lucha porque es nuestro futuro el que está en juego. Queremos que se escuche al IPCC, que se cumpla el Acuerdo de París”.

El movimiento de jóvenes por el clima inició con la chispa inesperada de Greta Thunberg, una activista sueca de 16 años que comenzó una protesta frente al parlamento de su país, exigiendo a su gobierno el cumplimiento de los acuerdos internacionales. Y esa fue la chispa que desató a millones de voces que estaban contenidas, pero que hoy han comenzado a hacerse escuchar. Buenos Aires es apenas una de las más de mil ciudades que registraron movilizaciones y que convocaron a más de 1 millón de personas, en su mayoría jóvenes. Buenos Aires, Ciudad de México, Guadalajara, Montevideo, Rosario, Santiago de Chile, Lima, Bogotá, son algunas de las ciudades latinoamericanas que se manifestaron en reclamo de acción contundente por parte de los gobiernos para frenar el cambio climático.

Una cuestión que nos afecta a todas y a todos

En la Plaza del Congreso hay un escenario con un micrófono abierto a todas las personas que quieran expresar su mensaje. Uno tras otro se suceden los oradores, en intervenciones breves y potentes, cada uno con un mensaje diferente pero conectado con el cambio climático. Y esto da cuenta de la amplitud de los impactos del cambio climático en la sociedad. No es una exageración decir que el cambio climático afecta todos los aspectos de la vida humana. Es un hecho.

“¿Qué significa que el 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo las produzcan tan solo 100 empresas? Podemos hablar de porcentajes y tendencias, pero preferimos hablar sobre la realidad más tangible que tenemos presente, que es en las villas de emergencia, en donde cuando llueve, siempre se inunda y la gente pierde sus casas. Y también podemos hablar de los pueblos destrozados por las sequías en el norte del país. Estas son todas consecuencias directas del calentamiento global”, dice Nicole Becker, de 19 años.

Otros oradores hablaron sobre muchos otros temas, como por ejemplo la deforestación. “Según los informes que da el gobierno, perdimos el 60% de nuestros bosques. Exijamos que se cumpla la ley. Exijamos información y tomemos parte también nosotros”, dice una de las jóvenes oradoras en un discurso de menos de un minuto. Otro muchacho toma el micrófono y hace un llamado a la acción: “Nosotros tenemos que luchar para defender nuestra propia tierra”. También toman la palabra organizaciones de la sociedad civil, como Animal Libre: “Nosotros somos Animal Libre y estamos principalmente por los derechos animales, pero vemos una intersección muy grande entre la lucha ambientalista y la lucha por los derechos animales, en el sentido de que el consumo derivado de la explotación de los animales es responsable de un daño ambiental muy grande y que está muy oculto. Eso es algo de lo que no se habla”. Las y los oradores hablan sobre cambio climático y energía. Cambio climático y ciudades. Cambio climático y feminismo. Cambio climático y biodiversidad. Cambio climático.

Pero también se escuchan las voces de personas adultas en apoyo al movimiento. “Evitar el calentamiento en un grado y medio requerirá que las emisiones de dióxido de carbono disminuyan sustancialmente antes del 2030. Es por esto que es urgente que todos los países refuercen sus planes nacionales de acción climática e incrementen sus metas de reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera”, dice Inés Camilloni, investigadora del Conicet y miembro del IPCC, durante el acto principal.

Luego toma la palabra Charly Alberti, ambientalista, exbaterista de Soda Stereo: “Mis amigos me dicen ‘bueno Charly, los chicos van a resolver el problema’. ¡No! ¡Se nos acabó el tiempo! Todos los problemas y todos los efectos de lo que estamos provocando en el planeta se están acelerando. Somos la última generación que puede hacer algo para dejarle un mundo vivible a los más chicos”.

La juventud toma las riendas

Las repercusiones de estas movilizaciones se están haciendo sentir en todo el mundo. Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, expresó su apoyo en su cuenta de Twitter: “Las personas jóvenes pueden cambiar el mundo y de hecho lo hacen. A quienes marcharon el viernes por la acción climática: ustedes entienden que estamos en una carrera por nuestras vidas; su compromiso y su activismo me dan la confianza de que la ganaremos”.

Por su parte, Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de ONU Cambio Climático, también sumó su apoyo: “El movimiento Fridays For Future muestra cómo la gente joven reconoce la necesidad urgente de actuar ante el cambio climático”.

El cambio climático es una de las amenazas más urgentes que enfrenta la humanidad. En América Latina sus impactos se están sintiendo cada vez más intensamente y con mayor frecuencia. Fenómenos extremos como sequías, aumentos en las precipitaciones, tornados y huracanes cada vez afectan más a ciudades y zonas rurales. Por otro lado, la desertificación, el cambio en el uso del suelo y la deforestación son factores que agudizan el problema y solo pueden ser abordados a través de políticas públicas dirigidas a transformar el modelo productivo y la matriz energética.

La juventud es consciente de esta realidad y está unida en un reclamo a los gobiernos del mundo para realizar las acciones concretas que demanda esta transformación. El mensaje es de urgencia. El tono es de enojo. Este viernes, en Buenos Aires, se desató otro nodo más de una lucha que promete convertirse en una revolución. Las y los herederos del planeta no se quedan de brazos cruzados y su llamado a la acción es también un llamado a despertar, a exigir, a involucrarse y a comprometerse. Ellas y ellos dicen: “Causamos estragos a los animales y al ecosistema que nos rodean buscando nada más que nuestra propia comodidad y diversión. ¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?”

Y, finalmente, se preguntan: ¿quiénes son aquí los verdaderos adultos?


(Fotos: Yanina Paula)


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